jueves, 6 de septiembre de 2012

El tren de la vida



La vida perfectamente podría compararse, como se ha hecho ya en muchas ocasiones, con un viaje en tren. Cuando nacemos, nos subimos a ese tren, a ese vagón concreto que compartimos con más pasajeros. Con algunos de ellos hablamos, con otros, simplemente miradas cruzamos. Hay unos que suben a medio camino, y otros, que muy a nuestro pesar, se bajan para quedar o no, en el olvido.

Esta semana es complicada, se ha bajado del tren alguno de los pasajeros con los que más aventuras compartimos. Sin embargo, aunque su marcha nos de pena, él se ha bajado feliz. Ha compartido kilómetros de vías con nosotros, ha reído y ha llorado, nos ha llevado de la mano, y esa misma mano nos la ha quitado para que empezásemos a caminar solos.  No podemos estar tristes, los pasajeros que bajan del tren, emprenden viaje en un tren distinto, con un destino al que finalmente, todos llegaremos. Pese a todo, hoy, desde esta pequeña burbuja, quiero desearle muy buen viaje a los que se han bajado, y muchas y felices aventuras a los que se quedan.

¡Ánimo amigo!

Te quiero regalar un poema de la gran Rosalía de Castro, lee entre líneas, hoy eres flor marchista, pero hora tras hora, día tras día, esa flor recobrará su perfume, lo que es, su alegría.

Hora tras hora, día tras día,
Entre el cielo y la tierra que quedan
Eternos vigías,
Como torrente que se despeña
Pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume

Después de marchita;
De las ondas que besan la playa
Y que una tras otra besándola expiran
Recoged los rumores, las quejas,
Y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,

Negros tormentos, dulces mentiras,
¡Ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
En dónde, alma mía?




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